Mujeres y TDAH: una conversación pendiente

Por Rosalinda Becerra

Seguramente habrás escuchado el término TDAH que se ha vuelto popular en los últimos años, sobre todo en redes sociales como TikTok. Probablemente viste un video sobre el TDAH y pensaste: ¿Acaso yo también lo tengo?

¿Pero sabes realmente qué es el TDAH? Bien, te lo explico. El TDAH son las siglas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, una condición neurobiológica. Las personas que lo padecen tienen problemas para mantener la atención, seguir instrucciones, regular sus emociones y presentan hiperactividad, que puede ser mental o física. Para Russell Barkley, “el TDAH es como tener un Ferrari con frenos de bicicleta”.

Anteriormente se creía que era una condición que solo afectaba a los varones y que al crecer desaparecería. Ahora se sabe que no distingue por género y que no desaparece con la edad, ya que es una condición de vida. Las mujeres también pueden tener TDAH, pero el diagnóstico puede llegar de manera tardía. Este fenómeno es conocido como TDAH residual. Mientras que un varón es muy inquieto, no sigue instrucciones y es impulsivo, la niña con TDAH aparentemente no causa problemas, tiende a la ensoñación excesiva, su hiperactividad no es física sino mental y aprende a lo largo del tiempo a ocultar sus rasgos. La edad promedio en que una mujer recibe el diagnóstico es a los 36 años, interesante, ¿no te parece?

Crecí sintiéndome distinta al resto, nunca encajé en los estándares neurotípicos de la normalidad, mi vida académica no fue sencilla, pero logré adaptarme y concluir el bachillerato. Pero todo se tornó más difícil cuando llegué a la universidad, estudio filosofía, me era muy difícil prestar atención aun cuando la clase me pareciera interesante, divagaba, olvidaba fechas de entregas e incluso de exámenes y al término de la jornada escolar terminaba completamente drenada, debido a que el campus se encuentra abarrotado de estímulos sensoriales que mi cerebro no lograba procesar, como las luces brillantes o el ruido dentro y fuera de las aulas.

Recibir el diagnóstico de TDAH fue completamente abrumador, la ira y la tristeza me invadieron. ¿Cómo fue que pasó desapercibido tanto tiempo? ¿Qué hubiera ocurrido si me hubieran diagnosticado en la infancia? Pero leyendo e informándome descubrí que las mujeres somos infradiagnosticadas. La auto aceptación fue la clave, comprendí que tengo un cerebro que funciona de manera distinta. Gracias a mi psicóloga y psiquiatra tengo herramientas que me han permitido vivir en un mundo que no está hecho para mí. Como crear una rutina, dividir las tareas en otras más pequeñas, estudiar en un lugar con menos estímulos, aprovechar los hiperfocos, tomar tiempos fuera, usar audífonos con cancelación de ruido, así como usar pequeños objetos que me ayuden a canalizar mi energía.

Ahora veo al TDAH como una forma única de procesar el mundo, no como un trastorno limitante. “Soy quien soy y no hay vergüenza con eso”. Por eso, más que solo instruir a los profesores y compañeros de clase sobre los rasgos de esta condición, requerimos construir un ambiente que celebre la neurodiversidad. Necesitamos espacios donde todos, indistintamente de cómo funcionen sus cerebros, se sientan valorados y apoyados.

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