¿Somos los científicos realmente ratones de biblioteca? 

Samantha Dení Cabo Araoz

Cuando solemos pensar en científicos, por lo general viene a nuestra mente la imagen de un hombre vestido con bata blanca, sujetando un matraz del que sale una especie de humo y nos imaginamos que su labor es trabajar en un laboratorio y leer, leer mucho. De ahí que los científicos seamos idealizados como seres carentes de vida social, así como de habilidades y deseos de interacción.  

Hoy quiero escribir esto para el público en general, a manera de carta de presentación al mundo en el que también vive la comunidad científica, aunque a veces no nos crean. 

La primera observación que quiero hacer respecto al imaginario colectivo de los científicos es el género. Si nos referimos a personas que se dedican a la ciencia, imaginamos que son hombres, cuando más de la mitad de la comunidad científica está conformada por el género femenino. Las mujeres en la ciencia hemos estado presentes desde siempre, aun cuando no era bien visto, incluso se catalogaba como brujería si era practicada por el género femenino. 

La segunda y de la cual me gustaría hablar, es del siguiente estereotipo: “los científicos no somos seres sociales, estamos ensimismados, inmersos en un libro o en un experimento”. Supongo que debe existir una parte del gremio que sí cumpla con dichas características, pero no puede ser exclusivo de éste. A los científicos también nos gusta salir a tomar, cantar, bailar —la destreza de hacerlo dependerá de cada individuo—, ir al cine, viajar, ver series, algunos hasta somos otakus. Los científicos también procrastinamos como todos, llegamos a tener momentos de estrés y de ansiedad, no somos robots programados para sólo redactar artículos. Igual que todos, nos enamoramos, nos enojamos, nos entristecemos y a veces queremos llorar o incluso ir a cantar canciones de Bad Bunny con nuestros amigos para desahogar las penas.   

Si prestamos un poco de atención, veremos que los científicos caminan entre nosotros, no son seres aislados ni bichos raros ni super héroes —bueno, algunos sí—; muchos de ellos se dedican a estudiar fenómenos que consideramos normales, otros desarrollan nuevas ideas y proyectos que mejoren los ya existentes, también están los que analizan datos y hacen todo ese trabajo tan tedioso, pero tan útil. Hay demasiadas ramas de la ciencia y todas son tan bellas, los científicos sólo son personas que eligieron asombrarse con lo simple y preguntarse ¿por qué?, ¿qué hay más allá?, para, a partir de tales preguntas, aventurarse en un viaje hasta encontrar respuestas. Si un día los ves inmersos en su computadora, tecleando como si el futuro del mundo dependiera de ello, seguramente es porque están tratando de compartir las respuestas que han encontrado a sus preguntas, pero también podría ser que tienen una reunión en 30 minutos y a lo mejor te los encuentras en el mismo lugar al que tú decidiste ir para distraerte en un fin de semana.  

Los científicos caminamos entre todos y pasamos desapercibidos, porque somos igual a todos: diferentes. No cabemos en un estereotipo.