Salas sensoriales: el oasis de la calma

Por Rosalinda Becerra

Imagina despertar un día con una sensibilidad extrema. Sabes que tienes una presentación importante y reconoces que faltar no es una opción. Cada paso que das hacia tu facultad es una lucha contra la inquietud que te invade. Las conversaciones a tu alrededor se mezclan en un murmullo ensordecedor; el ruido de la cafetería parece invadir incluso los rincones más tranquilos de la biblioteca. Una vez en tu salón de clases, los sonidos de las conversaciones de fondo y el constante tecleo de los portátiles se convierten en una tormenta que te abruma.

Llega el momento de tu presentación y te cuesta concentrarte. Cada palabra que intentas pronunciar se pierde en el caos sensorial que te rodea. Percibes que te encuentras en medio de una multitud, y el ruido constante que un compañero hace, aunque apenas perceptible para los demás, se vuelve agobiante para ti. Al finalizar tu presentación, los aplausos de tus compañeros resuenan como estruendos en tus oídos, provocándote una sobrecarga sensorial que te abate por completo. Sin poder soportarlo más, sales corriendo, con lágrimas en los ojos, anhelando desesperadamente un momento de calma donde no tengas que escuchar ni percibir nada más. Esto es lo que experimentamos diariamente las personas con hipersensibilidad sensorial; la universidad resulta un desafío abrumador y, desafortunadamente, no contamos con un lugar que nos ayude a recuperarnos.

Sala sensorial de la Universidad de Adelphi, en Nueva York

Las salas sensoriales son espacios diseñados para proporcionar una experiencia sensorialmente calmante y reconfortante. Cada elemento, desde la iluminación hasta la decoración y los objetos, está perfectamente seleccionado para crear un ambiente de tranquilidad y serenidad.

Para las personas neurodivergentes, las salas sensoriales funcionan como un oasis de tranquilidad en medio del bullicio y el embrollo del entorno universitario. En la universidad, donde el estrés y los estímulos sensoriales pueden ser abrumadores, contar con un espacio tranquilo y seguro nos permitiría autorregularnos, sentirnos mejor y tener un mejor rendimiento académico. Estas salas ofrecen un refugio donde podemos regular nuestra propia estimulación sensorial y encontrar un alivio al estrés y la ansiedad que a menudo experimentamos debido a nuestra hipersensibilidad.

La incorporación de salas sensoriales en espacios públicos, como escuelas, aeropuertos, instituciones y facultades, sería un gesto solidario y acogedor por parte de estos hacia quienes lo requerimos. Estos espacios no solo serían de gran ayuda para personas neurodivergentes, sino que también estarían abiertos para cualquier otro individuo que necesite un respiro. Solo imagina un lugar donde puedas encontrar un momento de paz y calma en medio del ajetreo del día a día, sin sentirte juzgado y donde puedas ser tú mismo. Además, al promover un ambiente donde se prioriza el bienestar de cada individuo, se podría inspirar una cultura de cuidado y apoyo mutuo en cada rincón del mundo.

Sé que a menudo se pasa por alto la importancia de adaptar espacios para personas con hipersensibilidad sensorial, pero quiero que sepas que no estás solo si eres neurodivergente o si vives con alguien que lo es. Entiendo lo importante que es tener un refugio donde realmente puedas relajarte y sentirte seguro. Por eso, me gustaría compartir contigo cómo he personalizado mi propio espacio para satisfacer mis necesidades sensoriales.

Hacer pequeños cambios en tu habitación, puede hacer una gran diferencia

En mi habitación, he introducido pequeños cambios que han marcado una gran diferencia. Desde persianas blackout que bloquean la luz hasta iluminación suave que no lastima mis retinas, cada detalle está diseñado para brindar calma y tranquilidad. Mi cómodo sillón tipo puff es como un abrazo reconfortante, y los peluches ponderados me ayudan a calmar mi ansiedad. Además, he decorado mi espacio con objetos que reflejan mis intereses especiales, creando un ambiente agradable donde realmente me gusta estar. Las mantas suaves y los juguetes fidget están siempre al alcance de la mano para brindarme consuelo cuando lo necesito, y mis auriculares con cancelación de ruido son mi escape personal cuando el mundo exterior se vuelve demasiado abrumador. Con un poco de creatividad y atención a mis propias necesidades, he creado un espacio donde puedo ser completamente yo misma. Y quiero que sepas que tú también puedes hacerlo. No importa cuán simples sean los cambios, cada uno puede marcar una gran diferencia en tu bienestar emocional y mental. Todos merecemos tener un lugar donde podamos encontrar paz y ser aceptados tal como somos.

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