Las malditas ciencias sociales

Las malditas ciencias sociales

Emmanuel Gómez Aguilar

Como resultado de su estudio, no se obtienen productos para consumir. No te orientan para arreglar o construir un auto. No pintan nuestro mundo color de rosa, todo lo contrario, lo hacen ver de una forma poco alentadora. Mirándolo así, uno podría decir que las ciencias sociales son unas malditas al ser tan complejas y no servir para nada, lo cual es totalmente falso; su maldecir radica en otras cuestiones.

Si uno se adentra en el estudio de esta rama del saber, se sumergirá en una gran variedad de conocimientos que permiten una mejor comprensión de múltiples asuntos. Al saber de sociología, psicología, derecho, por citar algunas, no sólo se sabe de diferentes ciencias, de manera indirecta también se aprende de uno mismo al ser ese el fin de las ciencias sociales: entender el comportamiento del ser humano a nivel individual y social.

Dicho enfoque es muy diferente si lo comparamos con el que mantienen las ciencias duras (matemáticas, física, química, etcétera) que tratan problemas endebles; asuntos que pueden ser llevados a cabo en espacios seguros o laboratorios que permiten tener un clima de control, dando oportunidad a la repetición de cada experimento, ecuación o ejercicio.

Por su parte, las ciencias endebles (comunicación, historia, antropología, entre otras) tratan problemas duros como buscar respuestas a cuestionamientos como: ¿cuál es el futuro de nuestra sociedad?, ¿por qué nuestro actuar?, ¿cómo nos relacionamos socialmente con el entorno y los demás? Tratar de resolver este tipo de cuestiones no es lo más difícil, sino tener que hacerlo mientras varios sucesos ya pasaron, están sucediendo o llegaran a suceder; en su campo de estudio no existe la oportunidad de la repetición de los acontecimientos.

Las malditas ciencias sociales

Las ciencias sociales nos desencantan del mundo en el que vivimos, pues ponen, como se diría coloquialmente, “patas arriba” nuestra realidad al hacernos preguntas constantes de situaciones históricas o actuales. Esa es la virtud de estudiarlas, nos desconectan del mundo para reconectarnos desde un lugar inédito y tener una visión más profunda de las cosas y de nosotros mismos.

Son aguafiestas este grupo de ciencias al realizar una crítica a lo que consideramos como indudable, pero es de considerarlas sagradas en cuanto a que nos dotan de conocimientos, métodos, recursos conceptuales y teóricos para generar información nueva a cualquiera de su muy amplia baraja de ciencias y, a su vez, aplicable para la sociedad. Nos enseñan a tener un pensamiento crítico no basado en opiniones o gustos, sino en argumentos.

Si tú estudias alguna ciencia social o tienes algún conocido en una carrera de este ramo, sabrás que leer, estudiar e investigar para la formulación de nuevos conocimientos es tarea de todos los días.

Por otro lado, si eres de los que todavía no conoce nada sobre estas ciencias y te quieres embarcar en este mundo, de una vez se avisa que en más de una ocasión serán maldecidas de tu parte, pero a la larga, te darán como resultado la oportunidad de contar con armas para entender nuestro pasado, cuestionar nuestro presente y aproximarse a nuestro futuro.

Las malditas ciencias sociales