Por Rosalinda Becerra
Para muchos, la visita al dentista es un inconveniente menor, pero para una persona neurodivergente cada aspecto del entorno puede ser abrumador. La sala de espera con luces fluorescentes y ruidos incesantes, el olor penetrante de los productos químicos, todo contribuye a un bombardeo sensorial. Además, el contacto físico no deseado y la invasión del espacio personal pueden desencadenar respuestas de lucha o huida.
Recientemente tuve que acudir a una revisión dental y, aunque estaba muy nerviosa, no podía posponerlo más. Por suerte, encontré a una excelente odontóloga. Que no solo demostró una comprensión increíble de mis necesidades como persona neurodivergente, sino que también implementó estrategias para que la visita fuera lo más cómoda posible.
Desde el momento en que entré, su equipo redujo la abrumadora estimulación sensorial, bajando las luces y minimizando el ruido. Fue como si estuviera entrando en un oasis de calma en medio de un mar de inquietud.
Pero lo más importante fue su comunicación clara y detallada. En lugar de simplemente proceder con el tratamiento, la odontóloga tomó el tiempo para explicarme cada paso del proceso antes de comenzar. Con cada palabra, sentí que recuperaba un poco más de control sobre la situación, como si estuviera tomando las riendas de mi propia experiencia dental.
Sin embargo, incluso con todas estas precauciones, durante un procedimiento de resina, todo cambió. El sabor desagradable del gel aplicador desencadenó una respuesta sensitiva abrumadora y terminé teniendo una crisis sensorial. Pero lo que sucedió a continuación fue lo que realmente marcó la diferencia. En lugar de enfadarse o apresurarse, la odontóloga respondió con una calma sorprendente y una empatía genuina. Retiró el equipo de mi boca y me permitió tomar un momento para recuperarme, sin hacerme sentir avergonzada ni culpable. En ese momento, su comprensión no solo calmó mi mente, sino que también sanó un poco mi corazón, haciendo que me sintiera aceptada y valorada.
Si estás buscando maneras de hacer tus visitas al dentista más manejables, aquí hay algunos consejos basados en mi experiencia:
- Comunica tus necesidades: antes de tu cita, informa a tu odontólogo sobre tus necesidades y preocupaciones. Un buen profesional estará dispuesto a escuchar y adaptar su enfoque.
- Solicita reducir estímulos sensoriales: pregunta si es posible atenuar las luces y minimizar los ruidos en el consultorio.
- Pide explicaciones detalladas: conocer cada paso del procedimiento puede ayudarte a sentirte más en control y reducir la ansiedad.
- Toma descansos si es necesario: no dudes en pedir un descanso si te sientes abrumado. Un buen odontólogo entenderá y te permitirá tomarte el tiempo que necesites.
- Lleva elementos de confort: a veces, tener algo familiar, como unos audífonos con cancelación de ruido, un peluche o una manta, puede ayudar a reducir la ansiedad.
Ahora sé que es posible tener una experiencia dental positiva, libre de incómodos estímulos sensoriales y espero que compartir mi historia inspire a otros a encontrar el apoyo y la comprensión que necesitan. No estás solo en esto; hay profesionales dispuestos a ayudarte a tener una experiencia menos agobiante y más positiva en el consultorio dental. La educación sobre las neurodivergencias en más profesionales nos permitirá construir un mundo más inclusivo y empático para todos.