Hugo Lausin Araiza
De la música a la solemnidad, de la celebración a la reflexión. Así fue como la Universidad Autónoma de San Luis Potosí celebró sus primeros 100 años de autonomía, sus primeros 100 años de cambiar el rostro y el pensamiento de la sociedad con la libertad de pensar, de aprender, de discernir sobre las cosas y sobre todo, de preguntarse ¿qué se puede hacer por uno mismo y por la sociedad?
Fue en un convulso año 1923, en un México que se recuperaba apenas de una revolución y que por primera vez parecía tener su propio destino, cuando el ilustre gobernador de aquel tiempo, Rafael Nieto Compeán, vio el futuro del país en el pensamiento y la enseñanza, por lo que el 10 de enero de ese año le dio forma a la autonomía que hoy es parte inherente de la UASLP.
Ya 100 años después, la UASLP recibió el día con el Minuto Uno Fest que cobijó a estudiantes, docentes, egresados, administrativos y comunidad universitaria que se apuntaron a un festival de música de todo género y con show de magia incluido.
El frío dio tregua por la noche del 9 de enero, aunque fresco, no llegó a calar en los huesos, aunque la euforia sirvió sin duda para calmarlo. Y es que de a poco, cientos de personas fueron arribando a la plancha de la Plaza de Fundadores a disfrutar la música, la fiesta, la celebración y la espera del primer minuto del 10 de enero.
Teniendo como telón de fondo al emblemático Edificio Central, desde las cinco y media de la tarde se presentaron los grupos Salinas, con música prehispánica ritual; Auroz; la irreverencia musical de Barbajanes; el romanticismo de la Rondalla Universitaria de Ingeniería; Fusión Musical; Colectivo Resiliente; Recompensa Norteña; Phantomía; Caballeros y Compañía; Los Ilusionistas con su show mágico y finalmente la Batucada, todos, pusieron a bailar a los presentes en una propuesta musical que incluyó a solistas que, desde los balcones del Edificio, le cantaron al amor.
La alegría de las diversas facultades se mostró por todo el lugar, algunos bailando, otros marchando, otros con globos y algunos más organizados, hasta con cena para los respectivos.
A este enorme festejo, la sociedad en general también se sumó al barullo, unos se quedaron de plano a ver qué más seguía, mientras otros, como no queriendo, se alejaron del lugar cantando y bailando.
Cerca de las 12 de la mañana, cómo no, el rector Alejandro Javier Zermeño se aplicó también unos pasos de baile junto a docentes y estudiantes, muchos de ellos, buscando la famosa selfie y la foto del recuerdo con él. Pero la que llegó a partir plaza fue la nueva mascota de la universidad, el Águila Rei, quien conquistó a los presentes con su antojable color chocolate y quien sin duda, fue el rey de la noche.
A las cero horas, la cuenta regresiva fue coreada por los presentes para dar paso a un espectáculo de pirotecnia, que aunque discreta, iluminó las centenarias lozas de cantera de la zona, como recordando que desde ahí, el Edificio Central, se han iluminado muchas vidas de potosinas y potosinos.
La noche cerró, pero la celebración no…
Ya en pleno martes 10 de enero y de lleno en la celebración por la Autonomía, a las 10 de la mañana el Patio del Edificio Central fue testigo de una ceremonia solemne con la reunión del H. Consejo Directivo Universitario, quienes en esta ocasión tuvieron presentes a más de 1000 personas que fueron parte de ese órgano que ha decidido y formado a generaciones de egresados y marcado el rumbo universitario y del estado, desde la enseñanza.
En la ceremonia también estuvieron ex rectores de esta casa de estudios, rectores de otras universidades públicas y privadas del país, destacando la presencia del rector de la Universidad Autónoma de México (UNAM), el doctor Enrique Graue Wiechers, quien quedó prendido del Edificio Central.
Tras la solemnidad, se dio paso a otra celebración, en esta ocasión, en el Centro Cultural Universitario Bicentenario, donde las y los invitados fueron recibidos por porras y música folclórica.
El recinto estuvo a reventar y fue testigo de una violinista que supo llegar al corazón de los presentes con diversas piezas, acompañadas de un performance de baile, video y actores, mismos que enmarcaron las palabras de distingidos invitados, que elevaron la autonomía a la necesidad de su propia existencia en bien del país y sus habitantes.
Más tarde, en el mismo escenario, le tocó a la Orquesta Sinfónica Universitaria presentar la pieza Siempre autónoma de Eduardo Angulo, realizada ex profeso para la celebración. Además, fue interpretada la Sinfonía n.º 9 de Ludwing Van Beethoven, llenando de esperanza los corazones de los asistentes.
Con estos eventos, dio inicio el nuevo siglo de autonomía para la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que no son sus edificios, sus pasillos, sus aulas y el mero trámite. La UASLP y su autonomía son sus estudiantes, sus historias, sus carreras, sus futuros, sus logros y fracasos, sus pasos diarios dados por los campus, aprendiendo, revolucionando, riendo, llorando, logrando y perdiendo, en pocas palabras, siendo libres.
¡Larga vida, Universidad Autónoma de San Luis Potosí!