Por Rosalinda Becerra
Pequeños golpecitos con los pies, sutiles movimientos con las manos, el sonido rítmico de un bolígrafo al hacer clic, morderte el labio pensativamente… ¿Reconoces estos comportamientos? Se conocen como stimming o estereotipias, al conjunto de movimientos repetitivos y auto calmantes que las personas emplean para regular su estado emocional o sensorial. Aunque todos, en algún momento, recurrimos a estos comportamientos, en personas neurodivergentes, con TDAH o autismo, estos se manifiestan de manera más frecuente y evidente.
Desde niña, me encontraba en un entorno que no comprendía mi necesidad de movimiento constante. Las frases: “No te muevas”, “¿por qué no puedes estar quieta?”, “deja de retorcerte”, resonaban con frialdad, apagando mi espontaneidad. Me costaba entender porqué algo que me era tan natural podía ser tan molesto para otros. ¿Por qué me resultaba tan difícil simplemente detenerme? La lucha por contener esos impulsos solo aumentaba mi angustia y detonaba crisis sensoriales, al no poder canalizar mi energía ni autorregularme cuando más lo necesitaba.
Tras recibir mi diagnóstico de TDAH y con la ayuda de mi psicóloga, descubrí que estos movimientos, involuntariamente voluntarios, son de gran ayuda para mí. Mover mis manos me permite concentrarme durante las clases; dar pequeños golpecitos con mis pies me permite liberar energía; balancearme me genera calma. Al adentrarme en la comunidad neurodivergente, descubrí que existen muchos tipos de stimming, como el visual, vestibular, auditivo y vocal.
Los fidget toys, esos pequeños objetos sensoriales, se han convertido en un hallazgo maravilloso en mi vida. Siempre a la mano, ya sea en mis bolsillos o mochila, listos para ayudarme a autorregularme, a mantenerme centrada durante las clases o presentaciones, y a ofrecerme un poco de calma en los momentos en que me siento sobre estimulada. Existe una amplia variedad de estos juguetes: desde los clásicos spinners y fidget cubes, hasta los suaves squishies y los versátiles tangles. Cada uno de estos objetos tiene la misión de gestionar las necesidades sensoriales de una manera sútil y eficaz, especialmente para los individuos neurodivergentes.
Es importante comprender que el stimming no es algo negativo ni perjudicial, como a menudo nos han hecho creer. Por el contrario, es una herramienta invaluable que nos ayuda a navegar el mundo que nos rodea de una manera que nos resulte más cómoda y segura.
Sé auténtico y muévete si así lo requieres, no te inquietes por las opiniones ajenas. Mientras no causen daño, no hay motivo para reprimirlos. En un mundo que frecuentemente impone normas de comportamiento, estas prácticas nos recuerdan la belleza de nuestra singularidad. Continuemos siendo leales a nosotros mismos y celebremos nuestra diversidad. Al final del día, lo más importante es cómo nos sentimos con nosotros mismos. ¡Sigamos brillando y stimmeando con orgullo!
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