El paraguas de la neurodiversidad

Por Rosalinda Becerra

Si has leído mis anteriores blogs, habrás notado el uso de términos desconocidos para la mayoría, como “neurodiverso”, “neurodivergente” y “neurotípico”. Considero de suma importancia que la comunidad en general los reconozca. Por ello, a continuación, te explicaré cada uno de estos términos de manera simple y sencilla.

La diversidad no se limita a lo visible, como el color de piel o género; también se extiende al funcionamiento interno de nuestros cerebros, dando lugar a la neurodiversidad. Esta fascinante variedad se refiere a las distintas maneras en que procesamos la información, experimentamos el mundo y nos relacionamos con los demás.

¿Qué significa ser neurodiverso?

Ser neurodiverso significa comprender y valorar la singularidad de cada mente. Todos tenemos formas únicas de procesar información, experimentar emociones y percibir nuestro entorno. Esta diversidad cerebral es parte esencial de nuestra humanidad. La neurodiversidad nos enseña que no existe una única forma de procesamiento cerebral. Todos somos neurodiversos, ya que nuestras experiencias y capacidades cognitivas difieren ampliamente.

¿Qué significa ser neurodivergente?

Aunque todos somos neurodiversos, no todos somos neurodivergentes. Ser neurodivergente implica tener un estilo de procesamiento cerebral que aprende, funciona y procesa de manera distinta a lo que se considera típico o normal. Este término abarca una variedad de condiciones, como el TDAH, autismo o dislexia. Estas personas enfrentan desafíos únicos en áreas como la comunicación o la interacción social, pero también poseen talentos y perspectivas valiosas. Desde su creatividad, su capacidad para percibir pequeños detalles, hasta su gran habilidad para reconocer patrones, cada persona neurodivergente ofrece una contribución única al tapiz de la vida humana.

¿Qué significa ser neurotípico?

Ser neurotípico significa tener un estilo de procesamiento cerebral que se adapta a las normas ya establecidas y funciona de la manera que la sociedad espera en términos de desarrollo cognitivo, emocional y de comportamiento. Generalmente, estas personas encuentran menos dificultades para integrarse en las estructuras y seguir las rutinas que son consideradas normativas.

Palabras como “tonto” o “loco” se han utilizado injustamente para referirse a personas con alguna neurodivergencia, lo cual no solo es inapropiado, sino que también perpetúa estereotipos negativos y contribuye a la discriminación y al aislamiento social.

Es importante reconocer que las palabras tienen un poder inmenso y pueden influir en la forma en que percibimos y tratamos a los demás. Al desafiar activamente el uso de términos despectivos y promover un lenguaje inclusivo y respetuoso, podemos contribuir a la creación de un entorno más compasivo y acogedor para todas las personas.

Como dijo una vez Albus Dumbledore: “Las palabras son, en mí no tan humilde opinión, nuestra fuente más inagotable de magia, capaces tanto de infligir daño, como de remediarlo”.

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