María Fernanda Trujillo de la Paz
La evolución del lenguaje es un proceso que se produce naturalmente y que, a su vez, tiende a ser un generador de estigmas. Es común que las personas introduzcan nuevas palabras de manera cotidiana y que éstas no estén consideradas en un diccionario, tal como el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE), al que se acude para verificar la ortografía o definición de palabras, así como para determinar si una palabra existe o no. Sin embargo, ha habido casos en los que la RAE incorpora nuevas palabras de uso generalizado a su diccionario. Tal es el caso de la palabra cantinflear, verbo que el diccionario señala es de uso coloquial en México y Cuba, el cual se define como: “Hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia”. Este verbo se popularizó a partir del personaje de cine mexicano Cantinflas, y su uso se extendió tanto que la RAE lo añadió a su diccionario. Entonces, ¿por qué continúa usándose el argumento de que una palabra no existe?
Ejemplos más recientes del uso de este argumento pueden verse con la palabra sanitizar (que fue muy empleada durante la pandemia) y el lenguaje inclusivo. El lenguaje se modifica conforme a las personas y la sociedad lo hacen; responde a las necesidades de un grupo, así que existe la posibilidad de agregar o quitar palabras conforme al contexto lo requiera y no es un bloque sólido ya terminado al que las personas respondan, sino más bien, el lenguaje responde a las personas
y puede ser un indicador de identidad, origen y personalidad, rasgos que nos distinguen como individuos o como parte de un grupo. Retomando los últimos ejemplos mencionados, si la palabra ‘sanitizar’ no existía o no era ampliamente usada, podríamos decir que se debe a que no había sido requerida antes, a pesar de que hayamos vivido otras crisis sanitarias, el contexto en ocasiones anteriores era diferente.
En cuanto al lenguaje inclusivo, me atrevería a decir que nunca ha habido tanta apertura a la aceptación de las diversas identidades de género y orientaciones sexuales como la hay ahora, sin dejar de lado que aun así no sea suficiente y que tampoco la hay en todos los contextos; es por ello que la estructura social en la que sólo se consideraban válidas dos identidades de género no había permitido con anterioridad que el lenguaje se adaptara para poder describir la variedad de experiencias e identidades de la comunidad LGBTIQ+, e incluso las mismas palabras que en esa sigla se incluyen tienen su historia, no siempre han existido, pero ahora sí, y no siempre se han entendido de la misma manera. También es frecuente que en el ámbito científico se incorporen nuevos conceptos y categorías de estudio para estar a la par de los descubrimientos e innovaciones que se hacen. Si nos apegásemos al argumento de que una palabra no existe, ¿cómo llamarías al dispositivo desde el que estás leyendo este artículo? Porque en el español original no existía esa palabra, ¿debido a qué? A que no era necesaria todavía.
Ciertamente, existe un lenguaje que es considerado adecuado para cada ámbito en el que nos encontremos, en estos casos debemos adaptarnos a la situación y lo que esta requiera; de la misma manera, los idiomas tienen una forma oficial a la que solemos apegarnos, particularmente en el ámbito académico y profesional. Sin embargo, considero que menospreciar el uso de cierto lenguaje o vocabulario en la vida personal implica negar las experiencias que otras personas tienen, ignorar su contexto y su trayectoria, pues el lenguaje es parte de nuestro sentido de identidad y pertenencia. No todas las palabras que surgen, en cambio, pueden considerarse de manera oficial como parte de los idiomas. En este caso podemos contemplar palabras que son variantes regionales, de uso pasajero, palabras que no tienen traducción a otro idioma, en cuyo caso no se traducen porque la estructura social dentro de la que está circunscrito cada idioma es diferente y no siempre llegan a requerir conceptos o palabras que en otra cultura hizo falta acuñar.
Lo diferente no necesariamente es incorrecto, sino que es simplemente una expresión de la riqueza que existe en la especie humana y que se manifiesta en el habla, la escritura y otras formas de comunicación que hemos desarrollado.