Emmanuel Gómez Aguilar
El mexicano puede doblarse, humillarse, “agacharse” pero no “rajarse”,
esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad
-Octavio Paz
Al preguntarnos por las principales características distintivas de nuestro país, enlistamos su comida tan colorida, la música de mariachi, los trajes típicos de diferentes regiones o sus pueblos mágicos. Pero pasamos por alto una de las cosas más representativas de México, algo tan cotidiano para nosotros, que no dimensionamos que poseemos algo muy bueno, el ingenio mexicano.
Si México contiene tantas peculiaridades a nivel mundial, en gran parte es gracias al valor que le hemos adjudicado los mexicanos como símbolos nacionales. Esa lista de lo mejor que contiene nuestra nación debe estar encabezado por el ingenio de los mexicanos.
El intelecto mexicano se ve plasmado en nuestras expresiones al hablar, sabedores de que un “ahorita” no significa ahorita; lo podemos observar en nuestro gusto por el picante, presente en muy variadas modalidades en todos los platillos. También se encuentra reflejado nuestro ingenio en las innumerables formas de emplear la tortilla, desde ser el soporte de un taco hasta utilizarla como una cuchara.
A lo largo de nuestra vida, al menos en una ocasión, hemos llegado a estar en situaciones poco favorables; problemas a las que no les encontramos ¨pies ni cabeza¨. En esos contextos, limitados de posibilidades, con picardía e ímpetu, los mexicanos buscamos resolver las cosas o al menos saber sobrellevarlas. Cuando las situaciones no acaban del modo esperado, abordarlas con nuestro característico sentido del humor, ayuda a aligerar el peso de las circunstancias.
También suele pasar que no lleguemos a creer por completo en nuestras ideas. Dudamos de nuestra capacidad y, ante dicha situación, basta con revisar lo que otros mexicanos han logrado a nivel internacional. Nuestra conocimiento mexicano está presente en las pinturas de Frida Kahlo; en las canciones de Pedro Infante; en las letras de Sor Juana; en los pies de Hugo Sánchez; en los puños de Juan Manuel Márquez; en las películas de Guillermo del Toro; en el humor de Cantinflas y en las capacidades de muchos más personas que muestran que los mexicanos somos capaces de mucho más.
No solo personalidades del pasado o famosas nos enseñan el poder del intelecto mexicano, las juventudes de hoy en día también son un claro ejemplo. Los jóvenes que se hacen escuchar al querer cambiar el destino del país nos demuestran que se puede trabajar por un mundo donde todo tipo de pensamientos, gustos e intereses convivan sin afectar o limitar el de los demás; Al contar con las energías, ideas y la suficiente unidad de los jóvenes adultos, manifiestan las capacidades con las que cuenta un mexicano cuando se lo propone. La lista de ejemplos sigue y sigue, pues limites son los que no conoce la inteligencia mexicana.