Los programas de movilidad académica: una puerta a la interculturalidad
Antonio Emmanuel Olvera Serna
Desde los orígenes de las sociedades humanas, el intercambio a través de bienes, costumbres, arte, relaciones e incluso ideas, ha constituido un pilar fundamental para el desarrollo humano en general. Un hecho histórico que da cuenta de esto es la consabida formación del pensamiento filosófico helénico. Parte crucial de esta revolución ideológica se originó gracias a las condiciones sociales que el intercambio comercial y cultural de las regiones colindantes entre Grecia y Asia menor generaron alrededor del siglo VII a. C.
Hoy en día, el progreso en la comunicación y la tecnología, como resultado de la globalización, ha dado apertura a oportunidades innovadoras de intercambio múltiple y cooperación entre naciones y sociedades desde distintos ámbitos. Sin embargo, en el proceso de interacción humana que deriva de estas condiciones, a menudo puede acontecer un choque intercultural del cual derivan dificultades y retos.
Los efectos de la globalización al sobrepasar las fronteras son diversos en cada nación, pero el peligro de la homogeneización a la cultura e identidades de cada país es latente. Ante este escenario, las universidades actuales poseen un papel decisivo que implica desarrollar estrategias de internacionalización como respuesta proactiva frente a estos riesgos. Las colaboraciones académicas, la intercomunicación universitaria, los espacios culturales y artísticos, las estancias de investigación, así como los programas de movilidad son planteamientos que trazan circunstancias favorables en la interculturalidad.
La interculturalidad, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por su siglas en inglés) (2015), alude a la presencia e interacción en términos equitativos de diversas culturas y a la facultad de propiciar expresiones culturales compartidas, a través del diálogo y el respeto mutuo. De este modo, la interculturalidad hace presente el encuentro entre las culturas, al involucrar el bagaje que las configura a partir de relaciones en planos que no admiten asimetrías, ni tienen por cometido fundir las experiencias de cada espacio o grupo cultural en uno solo, sino reforzarlos y enriquecerlos a través de acciones que busquen superar el mero reconocimiento de la diversidad, y que por su parte estén encaminadas a alcanzar la valoración y comprensión de cada cultura en la medida de lo posible.
A través de los programas de movilidad estudiantil, las instituciones universitarias hacen presente la realidad de la internacionalización, pero más allá de eso, constituyen la puerta por excelencia a la interculturalidad desde los espacios académicos. Ya sea en la modalidad presencial o virtual, estos programas estimulan el reforzamiento de habilidades interculturales en los estudiantes para la interacción en otros entornos o con personas que no comparten su contexto directo. La sensibilidad, consciencia y efectividad intercultural son componentes clave para el desenvolvimiento y encuentro ideal, basado en el respeto y comprensión hacia la idiosincrasia de otras culturas en un mundo que desde varias décadas atrás permea con modelos únicos las regiones y comunidades del globo en virtud del consumo y la promoción de la cual se puede sacar ventaja. Si bien la movilidad académica es parte de una respuesta dinámica a las repercusiones de la globalización, el contacto intercultural en general está vinculado al reconocimiento de un otro que existe más allá de nosotros, aspecto de gran potencial no sólo profesional.
Referencia:
UNESCO. (2015). Interculturalidad. Diversidad de las expresiones culturales. Recuperado 19 de octubre de 2021, de https://es.unesco.org/creativity/interculturalidad