Emmanuel Gómez Aguilar
Agarras tu teléfono, entras a Instagram y te topas con la historia de un famoso que, “de forma desinteresada”, te pide votar por cierto partido político en las siguientes elecciones. Inicias sesión en Facebook, al bajar en la sección de noticias das con un video en donde personas hablan de sus ventas de departamentos realizadas en muy poco tiempo; al final, te invitan a integrarte a su equipo para obtener grandes ganancias como ellos. Checas los estados de tus amigos en WhatsApp y alguien comparte un TikTok que habla de las maravillas de la proteína de una actriz, sin respaldo científico, pero avalado por el apoyo de sus más de ocho millones de seguidores. ¿En qué momento las redes sociales se convirtieron en un nuevo canal de infomerciales?
Hoy en día existe una infinidad de creadores de contenido en internet; sin embargo, de esta misma población hay personas que, aunque son pocas, acaparan gran atención en el ciberespacio: los farsantes con gloria.
Un farsante con gloria es aquella persona que saca provecho de su popularidad en el mundo de las redes sociales; no tiene el objetivo de incrementar el número de seguidores en sus cuentas de redes sociales, sino aumentar la cantidad de dinero para las cuentas de banco que poseen.
Y que quede claro, no me refiero a acciones como monetizar el canal de YouTube de quien sube videos, promocionar en comerciales productos de diferentes marcas o aparecer en programas de televisión; esos son actos de lo más normales actualmente. Hay de casos a casos y como evidencia los ejemplos mencionados en el primer párrafo.
El año pasado, varios influencers promocionaron desde sus redes sociales al Partido Verde, acción no permitida por estar en plena veda electoral. En el pasado mes de marzo, nueve jóvenes vestidos de forma elegante, todos con un tono asociado a personas de alto estatus socioeconómico, salían en un video presumiendo sus ventas y promocionaban la empresa Cole Capital Growth. Por último, el caso de la proteína llamada Loving It se dio por parte de la actriz Bárbara de Regil. El nutriólogo Aries Terrón desmintió con bases científicas las características con las que la famosa mexicana promociona su producto que no cumple con pruebas de laboratorio que se le realizaron.
Compras de votos por medios de gente famosa, negocios para estafarte y productos de dudosa elaboración, son cosas que no favorecen a los cibernautas. Los famosos que se prestan a realizar este tipo de negocios, juegan con sus seguidores bajo el discurso: “necesito del apoyo de mi público, sin que duden de lo que les digo”.
Todos conocemos a alguien que nos ha enseñado, educado o simplemente entretenido con su excelente contenido, pero no se ve reflejado en alcance o seguidores en comparación con la gente que sale en todos lados sin un motivo claro. ¿Esto será cosa de los malignos algoritmos cibernéticos? Debemos cuestionar y no creer todo lo que se nos presenta por medio de una pantalla. Espero que este texto ayude a no glorificar todo lo que dice un farsante y hay que evitar convertirnos en uno de ellos.