Emmanuel Gómez Aguilar
Lo bueno de la universidad es que nadie te dice qué hacer, lo malo también es que nadie te dice qué hacer. Cuando uno ingresa al mundo de la educación superior, lo hace con mucha emoción y ánimo, aunque cabe resaltar que la incertidumbre se presenta al no saber cuál es el camino, los retos y experiencias que a uno le deparan.
A todos aquellos que van a comenzar esta experiencia o van a la mitad, permítanme adelantarles que la universidad al final es un viaje. El destino es aquello que te espera al egresar, el transporte serán los conocimientos que adquiriste durante tu carrera, y tu mejor aliado en esta aventura serán esas comidas que se venden dentro y fuera de tu escuela, no serán de las más deliciosas, pero sí de las que mejor llenen tu estómago y serán amigables con tu bolsillo.
Las amistades que hagas en este trayecto harán más ligero esos trayectos turbios y si no, te harán sentir que no eres el único pasando por eso. Puede ser que gente con la que iniciaste no sea con la que termines, pero quizás las personas que conozcas en tus últimos días del viaje serán las que te acompañen por el resto de tu vida.
El mapa que te guiará en esta aventura será el mapa curricular de tu carrera, el cual te mostrará el camino que seguirás. Algunas veces tendrás que madrugar para empezar a caminar, otras deberás desvelarte y hasta no dormir con la intención de llegar hasta donde deseas.
Como en cualquier otro viaje, la clave de la aventura en la universidad es cargar ligero. Lo básico será un aparato para capturar aquellos momentos, tanto buenos como malos. Tomar fotografías de lo que te acontezca, con el tiempo se convertirán en recuerdos del viaje.
No dejes de lado las atracciones imperdibles como a las fiestas de bienvenida, de clausura de semestre, de graduación, así como también los lugares menos concurridos o frecuentes; practica ese deporte, mete esa clase, asiste a ese curso, intégrate a esa actividad cultural, prueba y prueba.
Si bien es cierto que es muy bueno planificar para tener todo bajo control, también hay que dejarse llevar por el momento y la incertidumbre, así suceden las mejores anécdotas. Al final de este viaje, que no se vive dos veces, uno recuerda, valora y aprende más de las vivencias y relaciones con amigos que lo que ve dentro de un salón de clases.
Estas son las recomendaciones que te hago yo, un estudiante que ha terminado su licenciatura, y así valga la pena el viaje del universitario, aventura que no se vive dos veces.