Hugo Laussin
Superhéroes enmascarados, abuelos felices llevando carriolas y bebés sonrientes formaban parte de un escenario vibrante y emotivo. Mujeres, hombres, niños y hasta mascotas, equipados con agua, música, y algunos, únicamente con la concentración reflejada en sus miradas; todos ellos componían un grupo variopinto de corredores que se fundían entre aquellos que buscaban vencer el tiempo, disfrutar de la mañana y romper sus propias barreras. Esa fue la esencia del 41º Medio Maratón UASLP, celebrado en una fresca y agradable mañana de domingo, en la que incluso la lluvia decidió dar una tregua.
Para muchos, la jornada comenzó antes de que el sol se asomara en el horizonte, desde las dos de la madrugada. Entre sonidos que se montaban, metas que se erigían y cables que se desplegaban por doquier, la ciudad se preparaba para vivir la marea de corredores más grande del estado. Oficiales de Tránsito Municipal y la Guardia Civil Estatal ya coordinaban los cortes viales y se encargaban de mantener el orden, mientras la atmósfera comenzaba a despertar.
Cuando apenas clareaba el día, los primeros participantes comenzaron a llegar. De unos cuantos, pronto fueron decenas y luego un mar de más de 17 mil personas que llenaron la Plaza de Fundadores. La música, el ambiente festivo y la palpable deportividad impregnaban cada rincón, mientras que el entusiasmo crecía a medida que se acercaba el momento del ansiado pistoletazo que daría inicio a la carrera.
Los corredores realizaban calentamientos, intercambiaban pláticas y reían con nerviosismo. Todo estaba listo para la contienda, la cual recorrería diversas rutas emblemáticas de la capital potosina. Apenas sonó el pistoletazo de salida, una oleada sincronizada de colores comenzó a moverse, buscando mejorar sus tiempos. Los corredores de élite, con una mezcla de concentración y destreza, rápidamente se adelantaron, dejando una estela de admiración a su paso.
En la Plaza de Tequis, las Águilas UASLP Marching Band se encargaron de ponerle ritmo y color al ambiente, mientras que, en la Avenida Carranza, poco a poco se llenó de familias, amigos y madrugadores. Todos ellos, con porras, gritos y ánimos, apoyaban incondicionalmente a los corredores, creando un ambiente de camaradería y esfuerzo compartido.
A medida que avanzaban, los corredores de las diferentes distancias fueron separándose. En todo momento, estuvieron acompañados por el apoyo de aquellos que “adoptaron un kilómetro”, un gesto que no pasó desapercibido y que se ganó el agradecimiento de los participantes, quienes respondían con sonrisas y aplausos.
Con el esfuerzo marcado en sus rostros y el sudor bañando sus cuerpos, los primeros corredores comenzaron a cruzar la línea de meta, mientras que el resto luchaba con determinación, negándose a ceder ante el cansancio.
Finalmente, en la Plaza de Fundadores, tras haber recorrido las principales avenidas de la capital potosina, el icónico Parque Tangamanga 1 y otros escenarios emblemáticos, los corredores fueron recibidos con una calurosa bienvenida. Allí, el majestuoso Edificio Central de la UASLP se erigía como un testigo silencioso y sereno de la entrega, las alegrías, el esfuerzo inquebrantable y la satisfacción de haber completado el reto.
Esta nueva edición del Medio Maratón puso a prueba los cuerpos, pero más allá, se volvió una fiesta familiar que va dejando una huella profunda en la entidad y más allá de sus fronteras.
Sin duda, cada paso una victoria, y cada victoria una sonrisa que, a final de cuentas, más allá de las medallas, de los tiempos y los esfuerzos, deja el corazón lleno de recuerdos de los que participaron. Recuerdos de un maratón universitario que años atrás inició como convivio entre unos cuantos y hoy, es un referente nacional.