Permítame presentarme, yo soy “La muerta muerte”
Todos me culpan. Soy la apestada
Karen Blancas Gutiérrez
Aquellos quienes me aprecian, respetan y valoran cada vez son menos. A pasos agigantados nos miramos, nos besamos, nos fundimos en un largo y profundo suspiro. Los que quedan me tratan como a una vulgar y despiadada. Pero se equivocan. No soy yo quien, en medio del bosque, entre viejos pinos y oyameles, a la mariposa que elegantemente se posa como una monarca, le toma un ala por mano, la abre, poco a poco las fuerza, más y más hasta que el cuerpo sin sostén cae inerte, abandonado, ¿y yo? Yo no puedo sino abrazarlo. Las alas ya no vuelan, las alas en caída libre se mecen con el viento. La caída libre más lenta, dolorosa y agonizante.
No soy yo quien con precisa cobardía corta la voz del mono, quien no podrá aullar para bañarse con la lluvia, quien no podrá aullar al calentarse con los soles, quien no podrá aullar para bienvenir las lunas. Pobres monos sin voz, pobres monos asustados ¿Qué más pueden hacer que dejarse caer en mis brazos? ¿y yo? Yo no puedo sino abrazarlos.
No soy yo quien decapita serpientes convirtiendo en una linea triste y aburrida las ondeantes sonrisas que se dibujan con su andar.
Y es que creyeron que las mariposas son las almas de mis amores abrazados, almas vagantes. Descubrieron que el aullido de los monos me arrulla, me consuela y no soportaron ver su reflejo en la iridiscencia de las escamas de una serpiente enrollada, ese reflejo que no es otra cosa más que su propio ser, entes malignos, carentes de virtud y gallardía quienes con los ojos cerrados se da la vuelta y me señalan, me culpan.
Así que no, yo no soy mala, no soy despiadada ni repugnante, ruin ni infeliz. No deberían temerme, deberían conocerme y fundirse conmigo cuando en un instante infinito nuestros engranajes se junten marcando la hora final.
No es mi trabajo, es mi naturaleza, tu naturaleza, su naturaleza, nuestra naturaleza.
Yo me llamo muerte. Yo soy “La muerta muerte”, y si me lo permiten, me gustaría presentarme. Soy un pequeño eslabón en una secuencia energética, soy un acto de amor, de bondad, de compasión y misericordia. Soy el porvenir. Soy una oportunidad. Soy un puente. Huelo a tierra y café, a mandarina y anís. No puedo más que abrazarte y suspirar. Pero nos tenemos que esperar, mirar, respirar, nos tenemos que hacer uno y no más.
Que a mí no se me culpe de la humana maldad, aquellos que matan profanan mi verdad, hieren mi sensibilidad. No todos podrán morir, para ello hay que vivir, y ¿qué es vivir? Cuando me encuentre con el infame le daré la espalda y sin mirarle un grito estridente le voy a soltar, que le aterre lo que le pasará porque conmigo no se irá.
En memoria y recuerdo de todos nuestros defensores ambientales asesinados. Ka’a aak