Año y medio de la educación virtual: la experiencia universitaria
Eduardo Ornelas Coeto
El viernes 13 de marzo del 2020, sin saberlo, fue el día parteaguas en la cotidianeidad de los estudiantes universitarios. Habríamos de despedirnos de nuestros compañeros y amigos con la esperanza de verlos de nuevo el siguiente lunes, habríamos de levantarnos de nuestros asientos con la certeza de ocuparlos nuevamente la semana entrante, si tan solo hubiéramos sabido…
Al ver en retrospectiva, el tiempo que ha pasado entre el anuncio global de cuarentena y el día de hoy nos ha enseñado un sinfín de cosas, las cuales no podrían aprenderse con abrir un libro o tomando una clase. Hemos aprendido que en la psique del estudiante universitario están la autonomía, la adaptabilidad y una sed insaciable de autosuperación. Al tomar las clases en línea, nosotros somos quienes establecemos los parámetros de nuestro éxito, nosotros determinamos de qué manera y en qué medida estudiamos, muchos incluso tomaron el desafío de trabajar o realizar sus prácticas profesionales en el proceso; y por supuesto, no ha habido momento en la vida de un universitario en que no tenga qué proponer y poder resolver problemas en su rutina diaria. Hemos pasado de correr de escalón a escalón y de edificio a edificio para llegar a clase, a cuidar que el desayuno no se queme mientras el profesor toma asistencia.
Sin embargo, ¿en realidad preferimos más las clases en línea que las presenciales o viceversa? La verdad es que no hay una respuesta absoluta. Hemos llegado a acostumbrarnos a las nuevas circunstancias de las que hemos sabido sacar provecho según nuestras posibilidades. Lo cierto es que cualquier cambio de golpe sacude nuestras nociones de lo normal y lo cotidiano, justo como sucedió el 16 de marzo del 2020: el día uno de cuarentena.
De lo que nos enorgullecemos los estudiantes es que, sin importar las adversidades ni los obstáculos, siempre sabremos salir adelante. Si buscábamos un momento para aliarnos con nuestras capacidades y habilidades, ahora es cuando. No todos los días serán sonrisas y buenas vibras, pero tú, estudiante, has superado lo que antes creías que seria imposible. ¿Qué pensaría de ti, tu yo de hace año y medio?