En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado el 5 de junio, el Dr. Valente Vázquez Solís, investigador y docente de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades (FCSyH) de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), compartió su visión sobre el turismo como una herramienta de conservación en las Áreas Naturales Protegidas.
El Dr. Vázquez Solís explicó que este tema ha sido parte de sus investigaciones desde hace tiempo y destacó que la relación entre turismo y conservación es compleja, pero necesaria de analizar. Recordó que las áreas naturales protegidas surgieron originalmente con un espíritu conservacionista, pero también como espacios recreativos cercanos a las ciudades para que la población pudiera disfrutar de la naturaleza. En México, el primer espacio de este tipo fue el Parque Nacional Desierto de los Leones, declarado en 1917. A lo largo de los años, estas áreas han ido en aumento, y tan sólo en 2024 se incrementó su número de 187 a 226.
Aunque el turismo puede ser causante de daños ecológicos, también puede convertirse en un instrumento de preservación si se gestiona adecuadamente. El especialista subrayó que la geografía, disciplina en la que se desempeña, tiene un papel fundamental en este análisis, pues permite ubicar y entender los atributos de los espacios que atraen a los visitantes, así como los impactos que generan.
Comentó que el turismo en áreas naturales protegidas enfrenta una paradoja. Por un lado, la gente busca lugares tranquilos, naturales y poco intervenidos para escapar del ritmo cotidiano. Pero cuando muchos visitantes acuden a los mismos sitios, estos se sobresaturan, deteriorando la experiencia y, lo más grave, el entorno natural.
Vázquez Solís enfatizó que el daño ecológico es real y muchas veces se ignora la presencia de comunidades locales que han habitado estas zonas desde hace siglos. Puso como ejemplo el caso de Tehuacán-Cuicatlán, un centro de domesticación del maíz habitado desde la época preclásica por la cultura popoloca, y que hoy es Patrimonio de la Humanidad. La llegada masiva de turistas puede alterar la vida cotidiana de estas comunidades, que se ven divididas entre la necesidad económica y la preservación de sus tradiciones.
De ahí la importancia de visitar estas áreas con responsabilidad. Mencionó que el turista también tiene deberes, como lo establece el código de ética del visitante de la Organización Mundial del Turismo. Este código sugiere, entre otras cosas, informarse sobre los lugares que se visitan y actuar con respeto, tal como se hace en un museo.
En su trabajo de campo en lugares como San Luis Potosí, Querétaro, Puebla, Oaxaca y el Estado de México, el Dr. Vázquez y su equipo han identificado comportamientos dañinos como la recolección de plantas y piedras, lo que denominan “operación hormiga”. Aunque muchas personas se consideran amantes de la naturaleza, a menudo carecen de educación ambiental.
Por ello, han desarrollado estrategias restaurativas para que el turismo no solo sea contemplativo, sino participativo en la conservación. Un ejemplo es el estudio de la capacidad de carga turística en la Sierra Gorda, donde se han determinado límites aceptables de visitantes. Además, comparten estos resultados con las comunidades locales para que tomen mejores decisiones en la gestión de sus espacios.
Finalmente, el Dr. Vázquez Solís destacó que no se puede cuidar lo que no se conoce, y el turismo puede ser un medio no sólo de disfrute, sino de aprendizaje y sensibilización. Concluyó que más allá de una moda, esta conciencia ambiental es una necesidad permanente.
Hugo Laussin
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