Cuando una persona acorta las ocho horas de sueño durante las noches, provoca un mecanismo de defensa en el cuerpo y altera su estado natural, lo que induce a una inflamación, así lo señaló el doctor Luis Alberto Gómez Ortega, coordinador de la Licenciatura en Medicina, que se imparte en la Facultad de Estudios Profesionales Zona Huasteca (FEPZH), de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
En entrevista, el docente universitario aseguró que en los seres humanos el sueño se define como un estado fisiológico de reparación en el que el cuerpo aprovecha para restaurar tejidos, barrer citocinas y radicales libres, sustancias químicas que son dañinas. Por ello, enfatizó que se deben respetar al menos las ocho horas de descanso.
Dijo que los niveles inflamatorios del cuerpo hacen evidente la predisposición a padecer enfermedades como hipertensión y diabetes mellitus. Así como trastornos relacionados con el estado del ánimo, por ejemplo, depresión, o ansiedad, y también exacerba algunos cuadros de padecimientos que afectan la memoria, como Alzheimer o trastornos del movimiento, como el Parkinson.
El especialista advirtió que si la falta de descanso es crónica, independientemente de la edad, lo primero que se manifiesta son los síntomas de fatiga y el rendimiento de la memoria. “Poco a poco se van manifestando los procesos degenerativos que implican el deterioro de tejidos u órganos”, dijo.
El mal dormir también está relacionado con un factor de envejecimiento temprano tanto celular como físico, ya que el sueño es un estado reparador en el que se barren las citocinas y los radicales libres. Éstos últimos, son sustancias dañinas para las células que, al momento de entrar en el sueño fisiológico, empiezan a eliminarse por diversos mecanismos inmunológicos.
“El cerebro también se repara durmiendo. Entonces, si uno se desvela o no tiene las ocho horas necesarias para reparar se pueden presentar alteraciones en la memoria o en la concentración, así como alteraciones neuropsicológicas”, expresó el doctor.
Por ello, Gómez Ortega recomendó dormir las ocho horas necesarias y formar un patrón del sueño, a través de una rutina diaria para descansar. Además de cuidar la alimentación y hacer ejercicio de forma regular, pues de lo contrario se podrían padecer enfermedades de forma más temprana.
Para lograr dormir mejor, el coordinador de la Licenciatura en Medicina del campus Valles, recomendó hacer ejercicio unas cuatro o cinco horas antes de ir a la cama pues está comprobado científicamente que la actividad física aumenta la fatiga y la habilidad muscular, así como un nulo consumo de cafeína o chocolates. Esto hace que el sueño sea más profundo y reparador.
Guadalupe Guevara
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